Las Aventuras de Catulico. Barrios Parte 11.


Del mismo libro "Voces de la ciudad", la editorial Lom, dentro de todos sus ediciones, sacó a circulación este libro, que lleva como subtítulo "Historias de barrios de Santiago". Convocaron a un  concurso organizado en mancomunión con la Municipalidad de Santiago y la Universidad Arcis, en su inicio, último trimestre de 1998 y finalizando el primer trimestre de 1999.

Los autores de esos relatos provienen de los más diversos ámbitos sociales y laborales:profesionales, dueñas de casa, académicos, trabajadores y estudiantes. Cien trabajos en ocho meses. De estos trabajos, que está en este libro, sacamos el título y relato que viene a continuación...

LAS AVENTURAS DE CATULICO.


El "Catulico" tenía sentados sus dominios en el sector de Franklin y aledaños. Se aventuraba continuamente por Aldunate, que por tradición y durante muchos años fue la cuna de los zapateros. Casa por medio
había un taller de carácter familiar de modo que los efluvios del cemento y neoprén aromaban incesantemente la calle. El "Catu" ejercía el oficio del cuero y la suela, al igual que su novia la "Olivia", que tenía tantas curvas como su tocaya "la novia de Popeye".

El hombrón fue para nosotros una especie de Chapulín Colorado de nuestros tiempos; émulo anterior a Rocky y para otros más prosaicos "un material p'al hueveo".

rock_and_roll_afiche_luminoso.jpg¿Quién representaría al barrio en los famosos campeonatos de baile en el Caupolicán?

Todos miraban al inefable Catulico, flaco, piernas de alicate, orejudo, turnio, medio tatarita. Se regodeaba un poco para después decir: "Conste... conste... lo hago solamente por el barrio".

Famoso fue aquel domingo cuando con su novia llegaron a la final de un Campeonato de Rock and Roll. El Catulico poniendo toda la fuerza y corazón para ganar el premio final, exacerbado por los gritos de la galería ¡Catulico.... Catulico.... Catulico!, ensayó una extraña e incontrolable vuelta pretendiendo hacer gala de una técnica que no dominaba, saliendo disparada la Olivia por los aires, aterrizando en la segunda fila de la platea con dos costillas quebradas.
 Rock around the clock. Bill Halley & His Comets. (este tema bailó Catulico... en su endemoniada maniobra).

O aquella otra vez en que a la fuerza le hicimos participar en el Campeonato de Boxeo de los Barrios, con una colecta salió la compra de los implementos. El logo en la bata anunciaba "Suelerías Che Martín" que se ubicaba en la calle Nataniel, propiedad de un buen argentino
que era como el pater noster de los pequeños industriales zapateros. Tuvo mala suerte el Catu, la primera pelea le tocó con Aliro Mejías, campeón de la versión anterior, un negro que era puro músculo y fibra.

Boxeo_amateur.jpg
Cuando la legendaria campana del Caupolicán sonó, la apuesta generalizada era cuántos segundos le duraba el "Catulico" al negro. Sin embargo el hombre se tomaba en serio su papel y había entrenado concienzudamente.

En el primer round el Negro no pudo pegarle un combo al "Catu". Este saltando como un mono se tiraba a las cuerdas, arrancaba sin ninguna vergüenza de un rincón a otro sin dejar de cimbrear el cuerpo.

La Olivia en primera fila, miraba embobada a su héroe.
El Negro comenzó a ponerse furioso con el Catu que solo atinaba a esconderse y que había subido su pantaloneta casi a la altura de las tetillas para no recibir "golpes bajos". En un gesto de desafío para obligarlo a pelear, Mejías bajó los brazos y se plantó frente al Catu que al verlo descubierto y aprovechándose de la circunstancia, le metió un feroz derechazo que dejó al Negro sentado en las cuerdas.

Entonces el Catu se sacó su protector y acercándose al sector donde estaba su novia le gritó:
— ¡Viste Olivia le pe-pe-pegué!... ¡Le pegué! Le... No alcanzó a terminar. Al volver la cabeza se encontró con un jab de izquierda del Negro que lo sacó fuera del ring, quedando con un knock out absoluto...
Terminó recuperando la conciencia en la vieja Posta de Chiloé con Maule y "todo por las mujeres".

Maraton_de_los_barrios.jpgLa historia más comentada fue una maratón Santiago-San Bernardo. ¿Quién fue el primer inscrito?
"Catulico".

Necesitaba apoyo y se formó todo un equipo.
Algunos sponsor conseguidos con locatarios del matadero y que irían colocados en la camiseta, gorro y pantalones del Catu, financiaron el entrenamiento y participación. Esta vez debía ganar por su honor y por el barrio.

El Guatón Lagunas lo atendió diariamente a las 5 A.M. Medio litro de sangre de toro negro con una caña de vino para no arrebatarse. El inefable don Gilberto conductor de carros lo hacía trotar detrás de su máquina que hacía el recorrido por avenida Matta. Al almuerzo la pensión "La Olla de Goma" ubicada en Pedro Lagos con Aldunate lo proveía de una cazuela y un plato de porotos. En la tarde seguía un entrenamiento en el Parque Cousiño.

La salida fue desde Franklin con San Diego. Los atletas previo calentamiento estaban ansiosos. La vecindad acudió en masa animando a nuestro representante.
El disparo anunció la partida e inmediatamente el Catu con paso elástico fue dejando atrás los competidores enfilando por Gran Avenida. Hasta el paradero seis pudieron seguirlo, de ahí se fue distanciando a más de quince cuadras. Los corredores más experimentados sonreían, sabían que era imposible mantener ese paso y seguramente lo encontrarían reventado más adelante.
Maratonista_ppm.jpg
Como Maratón de Barrio en aquellos años no había escolta de policía, sólo una camioneta que marchaba junto al pelotón.
El Catu apareció en San Bernardo 5 cuadras antes de la meta asombrando a todo el mundo que recién comenzaba a arreglar el podium. Su paso fresco, elástico, el rostro apenas sudoroso, demostraba que se estaba en presencia de un nuevo Manuel Plaza u otro de los monstruos del atletismo.

Apenas cruzó la meta cortando la huincha, la Olivia lo envolvió con una gran toalla y le ofreció un vaso de mote con huesillos adquirido en un kiosco de la plaza. Después se recostaron en el pasto a descansar.
Transcurrió mucho tiempo antes que aparecieran los primeros competidores, desfallecientes algunos, apenas arrastrando los pies otros. La Olivia al fin pudo comunicarle al barrio en el único teléfono existente la victoria del Catulico.

Cuando procedían a la premiación en la tarima de los ganadores para recibir la codiciada presea, estalló el escándalo. Un señor a empellones llegó adelante y por micrófono denunció que el atleta ganador se había subido a su micro en el paradero 27 de la Gran Avenida y se había bajado a la entrada de San Bernardo.

Desde entonces desaparecieron el Catulico y su novia, de ellos nunca más se supo, sintiéndose quizás culpables de haber deshonrado a su querido barrio.

P.D. Donde quiera que te encuentres, Catulico, debes saber que aún hoy día entre los jóvenes del barrio se recuerdan tus aventuras.

Fotografías: 1) Portada del libro "Voces de la ciudad", Editorial Lom. Agosto 1999. 1° Edición. 2) Luminoso de local donde se hacen campeonatos de Rok and Roll. 3) Boxeadores amateur. 4) Desfile inicial de una Maratón de los Barrios. 5) Un corredor en plena carrera. Fotos 4) y 5), del corredor de nuestro barrio Población Pedro Montt, Jorge Gatica Sepúlveda, maratonetista, destacado en nuestro barrio.

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