Especial de Violeta Parra. Parte 17.


5 de febrero de 1967, se suicida Violeta Parra, y nos dejó una cantidad innumerables de obras, tanto como música, artesanía, grabados, óleos, cerámica, etc. su genialidad hace que muchos compositores doctos, se acerquen para estudiar esta música.

En este aniversario de su fallecimiento, 47 años ya, agrego un extracto del libro "Violeta Parra" de Jorge Montealegre, de la Editorial Usach. (Páginas 37 a la 41).



Violeta Parra Sandoval (1917-1967).

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Sin alejarse de las raíces, crea sus propias canciones y ejercicios para guitarra; incluso algunos temas -como sus anticuecas- en una cuerda experimental que la lleva a ser virtuosa a partir de sus propias innovaciones.

 Según el académico Miguel Letelier Valdes, la búsqueda que Violeta Parra emprende en las Anticuecas, "lleva a la convicción de
que la compositora intenta salirse del marco estilístico preestablecido,
incursionando en terrenos que, si bien le son desconocidos a su mundo sonoro, le resultan llanos y fáciles en su intuición de ir siempre "más allá" en el esquema musical vernáculo.

Nuevamente en esta obra se funde lo hispánico y lo ancestral -lo 'telúrico', como diría Ariel Ramírez- de una manera a tal punto homogénea, que pareciera que ello existió desde siempre" (30).
En la posteridad, su labor como compositora ha sido estudiada y valorada en los ambientes académicos, desde una perspectiva estrictamente musical.

 Su experimentación con las melodías y armonías, su forma de tocar los instrumentos; su impostación de la voz; prácticamente todos aquellos matices vinculados con la creación musical, han llevado a reconocer en Violeta Parra a una artista excepcional. Siendo guitarrera y no guitarrista, sin saber leer ni escribir música.

 Llega a la experimentación sin pedir permiso. Ni al Conservatorio ni a la Academia de Bellas Artes ni al parnaso local ni al medio chovinista que determinaba qué era auténtico folclore y qué no. Se salta todas las filas que pudieran significar un freno.

Violeta_Parra_Marcelo_Escobar.jpgTanto en la música como en la plástica connota espontaneidad, humor y espíritu lúdico, así como una nostálgica recuperación de imágenes de la infancia, cuestión que no debería interpretarse como ingenuidad.
Es intuitiva y lúcida, pero no inconsciente.

Autodidacta, aprende mirando y crea un nuevo estilo, personal, como fue su aprendizaje del charango o del piano: un día se enteró -cuenta Isabel- que Sergio Bravo necesitaba música de piano para un documental y que se la había encomendado al compositor Gustavo Becerra. "Violeta se puso furiosa, se compró un piano, lo llevó a la casa, e inventó su propia manera de tocarlo. Lo mismo hizo con el arpa después" (31).

Así también, experimentando, incursionó en la creación de música para algunos documentales.
En 1957, a modo del pianista de las películas mudas, sigue con su música los movimientos de un artesano que hace cestería en "Mimbre", de Sergio Bravo; en "Trilla", de 1959 y el mismo realizador, "va punteando con los acordes de su guitarra la loca carrera circular de los caballos que pisotean las espigas de trigo" (32); el mismo año colabora con Bravo en la realización de "Casamiento de negros", sobre las cerámicas de Quinchamalí33. Así, también compone música para "Andacollo" (1958) y "La Tirana" de Giorgio Di Lauro y Nieves Yankovic.

Tema libre 2. De sus composiciones para guitarra. Violeta Parra.




En términos generales, como folclorista, cantante y compositora deja un legado que enriquece el acervo musical, al menos en cuatro aspectos; en primer lugar, está el aporte propiamente folclórico, de rescate, restauración y divulgación de la creación anónima y de transmisión oral. Luego, la ejecución y composición de temas y formas tradicionales.

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En palabras del músico Miguel Letelier: "la base rítmica armónica y formal del folclore chileno de la zona central del país en su manifestación más generalizada, esto es, la dupla cueca-tonada, es llevada por Violeta a un nivel de estilización y desarrollo desconocido y no sobrepasado hasta hoy" (34). En tercer lugar, sus canciones de raíz folclórica -o ya no- que fundan el movimiento llamado La Nueva Canción Chilena.

"Deja un testamento musical -escribe Jorge Coulon- que nos explota en las manos y en la conciencia, su disco Últimas Composiciones. Nada sería igual después de ese disco y cada una de sus canciones derribaba  barreras en materia de música y poesía" (35).

Por último, están sus temas experimentales que se han vinculado a la música contemporánea, como sus anticuecas y El gavilán. En voces autorizadas, El Gavilán es una obra mayor. Musicalmente, para Silvio Rodriguez, es "la tesis de continuidad y ruptura más contundente que le había escuchado a un cantor latinoamericano. Era compromiso y libertad, ortodoxia e iconoclastia..." (36).

 Para Horacio Duran, es una composición "de distinto espesor y dimensión. Es una de las obras contemporáneas de la música chilena más ricas y complejas por su hermosura, la complejidad y profundidad que tiene" (37).  Miguel Letelier Valdés (38), que colaboró en su transcripción a la partitura, conoció a Violeta Parra en la Feria del Parque Forestal. Ahí estaba, cabeza gacha, "tocando y cantando algo tan extraordinario que, sin salirse del marco folclórico, constituía una música distinta a todo lo que yo conocía hasta entonces". Era El gavilán.

"El Gavilán". Violeta Parra Sandoval. Versión inédita Universidad de Concepción).




Lo relevante de esta obra, nos comenta Ernesto Parra Navarrete, es que en ella "se utilizan recursos de la música 'docta' contemporánea, adelantándose en el uso de dichas técnicas a muchos compositores nacionales y latinoamericanos.

 En las funciones armónicas utiliza acordes que no obedecen a la formación clásica de una pieza típicamente chilena"; desarrolla además una línea melódica totalmente novedosa. En este aspecto, analiza Ernesto, su trabajo "resulta totalmente revolucionario, ya que por vez primera una obra chilena para guitarra utiliza esta combinación de ritmos, funciones y melodía; elementos nuevos en el campo de la música de tradición folclórica".


Ernesto Parra (39), quien -sin ser pariente de Violeta- ha tenido una larga experiencia de colaboración con los Parra, acota que en muchos campos de la historia del arte se encuentran estas personalidades desconocidas por un tiempo, que muchas veces, abren con su obra un espacio creativo y modifican el curso de una disciplina. Estos creadores -enfatiza Ernesto- aparecen dentro de un contexto histórico especial y allí, en el instante en que desarrollan su obra, juegan un rol casi  imperceptible, siendo descubiertos y reconocidos posteriormente".


(30) Miguel Letelier Valdes: "Reencuentro con Violeta Parra". El Mercurio, 26 de diciembre de 1999.
(31) Isabel Parra: El libro mayor, 1985, p. 64.
(32) Jacqueline Mouesca: El documental chileno. Santiago de Chile:Lom Ediciones, 2005, p. 67.
(33) "Nunca se estrenó -informa Mouesca-, porque según su autor, los negativos se perdieron", ídem, p. 68.
(34) Miguel Letelier Valdés: "Reencuentro con Violeta Parra". El Mercurio, 26 de diciembre de 1999.
(35) Jorge Coulon Larrañaga: La sonrisa de Víctor Jara. Santiago: Editorial
USACH, 2009, p. 39.
(36) Silvio Rodríguez, en: Cancionero Violeta Parra Virtud de los elementos. Fundación Violeta Parra, 1993.
(37) Horacio Duran, entrevistado por Alvaro Rivera. Diario Siete, 5 de febrero de 2006.
(38) Compositor, organista y académico. Premio Nacional de Artes en mención Música, 2008.
(39) Ernesto Parra Navarrete, músico, director de orquestas infantiles y juveniles. En los años 60 e inicios de los setenta participó en Los Curacas, que actuaba principalmente en La Peña de los Parra. En la prisión política -en 1973 y 1974- participó con Ángel Parra en el conjunto "Los de Chacabuco", en ese campo de prisioneros.

Donde comprar este libro: en Editorial Usach.

Fotografías: 1) Violeta trabajando una arpillera. 2) Violeta en su casa junto a sus instrumentos. 3) Dibujo de Violeta Parra, por el ilustrador Marcelo Escobar. Ir al blog Tinta Chilena. 4) Violeta Parra, con Sonia y Myriam, más Vicente Bianchi.

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