La Chimba, del Viejo Santiago. Parte 1 de Calles.

 

La Chimba, del Viejo Santiago. Parte 1 de Calles.

Hay barrios que son un canastillo tejido con mimbres aromáticos de la tierra por el característico sabor de sus recuerdos.

La Cañada de la Chimba fue en Santiago este barrio rumoroso de novelería, pues en el siglo XVIII sus dos grandes rúas de la Cañadilla y Recoleta adquirían novedosa vida ciudadana.

¿ Quién entonces no conservaba en el alma, como un manantial de delicias, el nombre de Chimba ?

La palabra viene del quichua "chimpa", terreno a la otra banda del río, y Santiago, como Lima y otras ciudades americanas, tuvo en esa barriada sus quintas de recreo, sus hipódromos y también sus chimberas.

El prestigio de las tierras de la Chimba databa en Santiago desde la Conquista, porque en ellas se produjeron las primeras hortalizas y frutas europeas, como consta también en el Acta del Cabildo, que en el año de los tres 5 (1555) el fruto de las parras fermentaba ruidosamente en la modorra colonial.

El barrio de la Chimba comprendía a fines del siglo XVIII la calle de la Recoleta hacia el oriente, para quedar reducido en el siguiente a una sola callejuela de desvencijados portalones y animada vida interior, "la calle de la Chimba", como se llamaba a la que es hoy Dardignac.

La avenida de la Recoleta era un camino que venía de un lugar denominado "El Salto", en dirección al río, atravesando chacras, sembrados de maíz o trigo, orillando pequeñas huertas de hortalizas y perfumados cigarrales.

La calle se ensanchaba desde el cerro de Monserrat (1), a cuyos pies se levantaba una capilla al frente de una bien plantada viña, rodeada de huertos y naranjos, que ocupaba todo lo que es ahora cementerio.

De aquí vino el nombre de Viñita, con que el pueblo la denominó, lleno de piedad, teniéndola a su cuidado un padre dominico, cuya vigilancia se extendía también a sus parras y naranjos, frutos muy buscados en todos esos contornos.


Llamábase "el camino del Salto" desde los tiempos primitivos de la Conquista, por el salto "que daba al río Mapocho para caer en él", después de apartarse del cauce principal, un buen canal de regadío que se vacia en dicho valle (2).

Este camino sólo a mediados del siglo XVII toma el nombre actual de Recoleta, y su origen, como el nombre lo indica, se debe a la Recolección Franciscana que se estableció allí en el año 1663.

No embargante esto, el nombre de la Recoleta que hoy tiene la calle llama a la memoria el de un devoto y retirado alférez de las milicias del rey, llamado don Nicolás García, y al de su esposa doña Mana Ferreira, una beatísima señora que sabía de memoria las novenas de todos los santos y no pocas oraciones en latín. Pero sobre todo amaba al pobrecito de Asís; su amor florecía en todas las frasqueras de fina porcelana de Talavera, incensando a su humildad con preces y luces para obtener la gracia del "simple".

Los ruegos de doña María no fueron en vano, pues en una mañana primaveral de noviembre, cuando florecían las más hermosas rosas de la Chimba, los dos santos esposos concibieron la idea de fundar un convento de la rigurosa observancia de San Francisco. Era el ocaso de sus vidas: asoleaban al sol miles de doblones de oro "para que no perdieran peso", no tenían hijos, y como la muerte se acercaba, había que pensar en Dios, dedicándole una obra pía para que les acortara el camino para llegar al cielo.


Además el numeroso pueblo que vivía diseminado en casas y ranchos al norte del río veíase en invierno en grandes conflictos para cumplir con sus deberes religiosos, porque las avenidas les oponían un obstáculo insalvable.

La capillita de Aguayo, que entonces existía, era apenas suficiente para contener el crecido número de chimberos que se multiplicaba cada día como los peces, y no siempre era fácil encontrar un sacerdote que quisiera pasar por el río para decir una barata misa dominical.

Todos estos argumentos contribuyeron a dar más fuerza al proyecto de fundación, el cual fue comunicado al provincial del convento franciscano. En el concurso que los devotísimos cónyuges tuvieron con fray Manuel Pérez quedó acordado que se levantaría en la Chimba un convento de Recoletos de la Orden del Seráfico padre San Francisco, construido por el fundador y a su costa en terrenos de su propiedad.


En la escritura de donación, otorgada ante el escribano don José Alvarez de Toledo, los dos viejos pusieron con lágrimas de fervor en los ojos este encabezamiento :

"Sea bendito y alabado el dulcísimo nombre de Jesús. Amén".

Labrada la iglesia frente a una  risueña arboleda, cada día su muralla venerable fue inspirando más devoción a los chimberos, quienes contribuían con la limosna para, costear el culto.

Por su parte, los padres recoletos se cuidaban de exaltar el sentimiento religioso, dando misiones en ciertas épocas del año, a las que concurría mucho pueblo de las dos riberas del Mapocho.

Desde entonces data el progreso de esta barriada, pues se hizo moda el salir de la ciudad a oír misa a esta iglesia, con todos los aprontes y aperos de la gente que sale en viaje a la hacienda.

Eran días aquellos de gran fervor religioso. Una procesión solemne había cruzado el puente de palo, trayendo al convento la "Virgen de la Cabeza", acompañando a la imagen el gobernador del reino; ambos cabildos, órdenes y cofradías.

Venía precedida la imagen de mucha fama milagrosa, pues se veneraba en un santuario situado en una de las laderas de la Sierra Morena desde el año 1227, época en que la tradición cuenta que se apareció a un pastor llamado Juan de Rivas.

"Adios Santiago querido", Silvia Infantas y Los Cóndores.



Pero lo que en esos días se comentaba entre los chimberos era un milagro patente que había puesto en evidencia las maravillosas gracias de la santa.

Se contaba que un horroroso temporal arrastró al bergantín en que venía hasta las islas de Juan Fernández, y cuando estaba a punto de hundirse, el capitán salió sobre cubierta llevando en sus trazos a la Virgen, a cuya aparición se calmaron las turbiosas y agitadas olas y cesó el viento de golpear los mástiles de cabo a cabo, en tanto los tripulantes, asombrados del prodigio, hacían votos de traer a Santiago a su celestial protectora.

Así fue como años después de este suceso, en 1677, llegaba de los minerales de Potosí a pedir a la Recolección un hábito de lego un devoto joven que al pie del altar de Nuestra Señora oyó la voz de la Virgen que le decía:

"Anda hijo a Chile y entra de religioso en un convento de recolección franciscana del otro lado del río Mapocho, donde me encontrarás bajo el título de María de la Cabeza, cuya imagen allí se venera".

Este joven, de inocente y santa vida que venía a la Chimba a encender los corazones de humildad, llamábase Pedro Bardesi, el "siervo de Dios" como lo llamó más tarde la cristiandad.


**Sady Zañartu, periodista de Revista "En Viaje", edición 301, Noviembre 1958.

1)    Cerro  Blanco.

2)    Historia del Padre Olivares.

3)  Año 1973 y así se veía La Viñita, iglesia católica ubicada en Recoleta con Santos Dumont, declarada Monumento Histórico en 1990.

(Ir a Nombres Antiguos calles de Santiago).


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