Música Popular Chilena. Parte 4.


Seguimos recabando información respecto a este tema de la Música Popular Chilena, esta vez comenzamos con Armando Zúñiga, también coautor del libro "Música Popular Chilena, 20 años". Los dejo con La Tonada.

LA TONADA POPULAR CHILENA.
Texto: Armando Zúñiga.




La tonada es como un arroyo que a veces corre visible y otras desaparece, dice Raquel Barros, pero que sigue avanzando en forma subterránea para aparecer de nuevo. En 1928, por ejemplo. Pablo Garrido se quejaba que la tonada se estaba perdiendo, pero al mismo tiempo aparecían Los Cuatro Huasos que llevarían la tonada chilena a pasear por el  mundo.

En la década de 1960 surgió otro manantial de tonadas con las composiciones de Vicente Bianchi y Pablo Neruda interpretadas por Silvia Infantas y Los Baqueanos.

"Tonadas de Manuel Rodriguez", Silvia Infantas y los Baqueanos. Vicente Bianchi. Poema de Pablo Neruda.



Al comenzar la década de 1970 había muchos conjuntos urbanos que interpretaban tonadas. Ellos eran protagonistas de la noche    santiaguina, que encendía sus luces de colores en escenarios donde los "tonaderos" se presentaban junto a conjuntos de tangos y orquestas tropicales.

Los intérpretes de tonadas vestían de huaso y tocaban guitarra, arpa, acordeón y pandero. Cuando tocaban una cueca eran habitualmente acompañados por el pianista o baterista del conjunto de tangos o de la orquesta tropical. Junto a tonadas y cuecas, estos dúos, tríos o cuartetos de huasos interpretaban refalosas, zambas, guaranías, valses y boleros.

1271251431132-Jose_Veliz_y_su_Arpa.JPGPor razones de comodidad y economía, estos grupos dejaron de incluir el arpa y el acordeón en sus presentaciones. El arpa no cabía en los taxis y era imposible subirla a las micros. Sus treinta y seis cuerdas eran más caras de cambiar que las seis de la guitarra. Sólo músicos como Alberto Rey, José Veliz y Juan Carrasco la siguen tocando. El acordeón era caro, pesado e incómodo de transportar comparado con los teclados electrónicos que empezaban a ser populares en Chile a comienzos de la década de 198O.

El traje de huaso también comenzó a dejar de usarse por razones económicas y por su identificación con el patrón de fundo. Era más barato y universal vestirse de esmoquin. Ya lo habfan hecho Los Cuatro Cuartos y lo venían haciendo Los Cuatro de Chile y Los Patricios.

Otros conjuntos decidieron usar un poncho largo o simples camisas, como Los Moros- Estos grupos interpretaban poesía musicalizada, como «Cómeme perro», de Sofanor Tobar;, «Romance del hombre nocturno», de Ariel Arancibia y Oscar Castro, y «Con brotes de mi siembra», de Eugenio Moglia y Andrés Rivanera.

"Romance del hombre nocturno", Los 4 de Chile.



Hasta 1973 la noche y los artistas parecían inseparables, pero con el toque de queda y la interrupción de la noche bohemia la tonada se asiló en las peñas, siendo ahora rodeada de música andina y chilota. En los veranos florece en los festivales comunales con nombres de frutas, pero dura lo que dura un verano. Sólo queda esperar que el arroyo de la tonada brote nuevamente refrescando y nutriendo una vez más a nuestra música popular chilena.(1)

Hasta aquí el texto de Armando Zúñiga.

(1) Nota de "Folclore y Cultura Chilena": El último texto "Hasta 1973"...para nuestro entender, esta errado, ya que después del Golpe de Estado de 1973 dado por los militares al Gobierno de Salvador Allende, la tonada "no se asiló en las peñas", como ahí se indica, ya que las peñas desaparecieron de inmediato por la represión sufrida a los ejecutantes de la música andina.  "En esta etapa de la "Nueva Canción", la carga política que había acumulado esta música era tal, que tan solo el sonido con vibrato de la quena y el trémolo del charango, generaban una asociación con el gobierno de la Unidad Popular. La Nueva Canción fue practicamente prohibida por el nuevo regimen, debiendo continuar su desarrollo fuera del país" (2). Pero éste es otro capítulo.

(2) Texto del Libro "Clásicos de la Música Popular Chilena", Volumen II.

Seguimos con Juan Pablo González "Vertientes de la Música Popular Chilena".

2_zamora.jpgLa "música típica" produjo un vínculo entre sectores sociales diferentes como son el patrón y el inquilino, el habitante de la ciudad y el del campo. En efecto, ésta es una música que articula rasgos sociales disímiles. Sus intérpretes destacados están ligados al medio social patronal, lo que se aprecia en el refinamiento de sus voces, su rica vestimenta, el medio donde actúan, su fácil acceso a los medios de comunicación, su educación, profesión y cultura, sus bromas y caricaturas del campesino, sus creencias e ideales.

Sin embargo, la "música típica" posee al mismo tiempo características campesinas, dadas por su uso y función, que la liga tanto a ocasiones festivas rurales como a instrumentos y géneros folclóricos. Además, posee una sensibilidad y temática rural que refuerza valores tradicionales del habitante del campo chileno. Por ello, el inmigrante campesino encuentra en la "música típica" un elemento de identificación regional que otros repertorios difundidos en la ciudad le niegan.

 En efecto, esta música identifica al inmigrante que evoca su pasado en el campo, exaltando la naturaleza con cierta nostalgia por el paraíso perdido. Predomina en este repertorio la idealización de la mujer y la autocompasión del hombre, quien, como sucede en el tango, sufre el desengaño amoroso. La mujer se presenta dual, por un lado es virtuosa y coqueta, y por el otro es esquiva y severa. El hombre en cambio, aparece con rasgos coherentes entre sí como la honestidad y el esfuerzo, la valentía y el patriotismo.

Silvia_Infantas_los_baqueanos.jpgPrincipales intérpretes de la Música Típica Chilena han sido Los Cuatro Huasos (1927), Los Huasos Quincheros (1937), Los Provincianos (1938), Los Cuatro Hermanos Silva (1945), Los Hermanos Campos, el Dúo Rey Silva, Ester Soré, Silvia Infantas, Arturo Gatica, Ginette Acevedo y Pedro Messone. Compositores destacados de esta música han sido Osmán Pérez Freiré (1880-1930), Nicanor Molinare (1896-1957), Víctor Acosta (1905-1966), Luis Bahamonde (1920-1978), Clara Solovera (1909-1992), Luis Aguirre Pinto (1907) y Donato Román Heitman (1915).

La "música típica" creó un estilo propio, formando la imagen sonora de Chile tanto para el propio país como para el mundo, constituyendo la corriente principal de la MPC hasta los años cincuenta. Sin embargo, la asociación de esta música con la cultura criolla patronal llevó a sectores progresistas de la sociedad chilena a sustituirla o simplemente a ignorarla como imagen de nación y emblema de chilenidad, alegando que excluía las raíces indígenas y no favorecía el cambio social.

"El Chincolito", Víctor Jara.



De este modo, comenzó a perder preponderancia en el medio urbano nacional a mediados de los años sesenta y a ser sustituida por nuevas formas de elaboración del folclore.

Sin embargo, con el Golpe Militar de 1973, la "música típica" adquirió un nuevo impulso. Su vinculación con la cultura criolla tradicional, su exaltación de los valores patrios, su optimismo y lejanía de los problemas sociales, la transformó en la música favorita del nuevo régimen. De este modo, fue promovída como material didáctico y formativo a nivel nacional y protagonizó hasta comienzos de la década de  1980, llegando a decretarse la cueca como baile nacional.

PROYECCIÓN FOLCLÓRICA. 

0_1_358262148_165_00.jpgA pesar de la exaltación oficial de la "música típica" ocurrida desde 1973, ésta no pudo desenvolverse como lo había hecho hasta entonces. La pérdida de la noche bohemia causada por el prolongado toque de queda impuesto en el país, sumado al desmantelamiento de la industria discográfica nacional, dejaba a los "músicos típicos" sin sus habituales fuentes de trabajo.

El folclore chileno buscó entonces nuevos escenarios para su masificación y los encontró en los festivales de raíz folclórica, que se multiplicaron en Chile desde fines de la decada de 1970. Estos festivales celebrados durante el tiempo de cosecha, al igual que el carnaval andino, fueron adquiriendo los nombres de la fruta del verano.

 1271251270731-Conjunto_Millaray.jpgLos festivales veraniegos y los vinculados a la recolección y proyección folclórica, como el de la ciudad de San Bernardo, otorgaron el marco necesario para el desarrollo de espectáculos de raíz folclórica, difundiendo masivamente música, danzas y costumbres vigentes y extinguidas de las diversas etnias y regiones del país.

Este tipo de espectáculos tienen una tradición en Chile que se extiende a lo largo del siglo XX. Saínetes y romances camperos, mosaicos criollos y obras costumbristas eran presentados durante la década de 1930 por compañías de espectáculos criollos como las de Francisco Mieres y el Chilote Campos.

A mediados de los años cincuenta, se fundaron los conjuntos de proyección folclórica Cuncumén, con Rolando Alarcón, y Millaray, con Gabriela Pizarro. A comienzos de la década de 1970 Ovidio Luza, Los de La Trilla y Los Gracos realizaban espectáculos de proyección folclórica en el país.

"El Hachero", Conjunto Millaray.

 La música de proyección folclórica ha permitido que el folclore de todo Chile sea conocido masivamente mediante espectáculos coreográfico-teatrales presentados en restaurantes, festivales y televisión.
Esto ha sido posible gracias a la labor de rescate, recolección, y reconstrucción folclórica realizada por intérpretes, folcloristas y profesores. Entre los folcloristas se han destacado Violeta Parra, Margot Loyola, Lautaro Manquilef, Gabriela Pizarro, Héctor Pavez, Osvaldo Jaque y Patricia Chavarría.

directora_patricia_chavarr_a..gifEl interés de los investigadores por trasmitir la autenticidad propia del folclore, no siempre coincide con el deseo de los directores artísticos de adecuarse a los requerimientos del mundo del espectáculo. De este modo, junto a la reducción temporal y a la pérdida del contexto social y funcionalidad que sufre el folclore al subir al escenario, se ha acentuado en muchos casos la estilización de la música, la coreografía y el vestuario, transformando las manifestaciones de proyección folclórica en un espectáculo de masas.

La recuperación de la noche bohemia santíaguina, ocurrida a comienzos de los años ochenta, llevó este tipo de espectáculos a instalarse en los restaurantes turísticos del país, comercializando el sentido didáctico, nacional e histórico de la proyección folclórica.

Fotografías: 1) "La Cueca", óleo de Pedro Olmos. 2) Carátula de Cd "Jose Veliz y su Arpa". 3) Donsegundo Zamora. 4)Silvia Infantas y los Baqueanos. 5) Margot Loyola y Violeta Parra. 6) Conjunto de Proyección Folclórica Millaray. 7) Patricia Echeverría.

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