Presentación libro “La semilla del folclore” Biblioteca Nacional de Chile


Presentación libro “La semilla del folclore” Biblioteca Nacional de Chile.

Escrito por la historiadora Karen Donoso Fritz con motivo del lanzamiento del libro “La Semilla del Folclore. Cultores de San Vicente de Tagua Tagua”, realizado en la Sala América de la Biblioteca Nacional, el jueves 16 de marzo de 2017.

“La semilla del folclore”.
Cultores de San Vicente de Tagua Tagua.
Autores: Diego Barrera y Felipe Valdés.

La obra que hoy celebramos, representa el final de una larga etapa de investigación que han desarrollado dos sanvicentanos apasionados por su tierra y que han buscado y utilizado todos los medios disponibles para traernos y relevar la cultura de San Vicente de Tagua Tagua.






Comprende un libro y un disco, en los cuales se plasmaron parte de la vida y obra de veintiún cultores de la provincia. Con un formato cálido y amable, se logra la compenetración del equipo de trabajo al ensamblar de manera perfecta el relato con lo sonoro y lo visual. El trabajo de investigación en terreno, realizado por Diego y Felipe, se complementa maravillosamente con las fotografías tomadas en terreno por Matías Álvarez y el diseño y diagramación de Macarena Balladares. El equipo logró una obra que en cada rincón contiene un detalle que representa algún aspecto de la investigación, consiguiendo mixturar la elaboración de un libro-objeto con un documento lleno de nuevos contenidos para reconocer el patrimonio cultural de nuestro país y ser de fácil acceso para todo tipo de público.

El libro, articulado en dieciséis capítulos, busca relevar los oficios de cantoras, cantores, poetas, guitarreros, arpistas, verseadores, rezadores, luthiers, santiguadoras, que son verdaderas bisagras entre la historia de San Vicente y su presente. Especial detalle es la forma del relato, escrito en tercera persona, pero a partir de un testimonio entregado directamente por el cultor. Se desprende de ello, que los autores trabajaron con las memorias, matriz emotiva y experiencial del ser humano, cuyo reconocimiento en las últimas décadas, nos ha permitido re-conocernos en tanto comunidad viva. La memoria es el presente de la experiencia pasada, es cómo recordamos lo sucedido, por lo tanto, una memoria siempre es contemporánea y subjetiva.  Pero la memoria también comprende el “horizonte de expectativas”, de la proyección futura, la cual quedó explícitamente plasmada en este libro a través de la sección “La semilla del folclor, presente y futuro de la música tradicional” donde los y las cultores entregaron su apreciación con respecto a las proyecciones de su oficio.





Esta característica hace que la lectura de este libro apele a nuestras propias memorias, almacenadas en imágenes y sonoridades, sean éstas experimentadas o adquiridas, y nos provoque re-crear e imaginar, situaciones como el cambio de casa a mula de la familia López, la grabación del primer disco de Las Morenitas o sus intervenciones en los rodeos de todo Chile, o a la señora Teo siendo despertada por su madre para anotar versos, las fiestas del dieciocho de septiembre en la cancha de Rastrojos, el primer parto que atendió la señora Aída, el primer charango fabricado por Eduardo, las noches de fiesta en el Pollo Dorado o el Rancho Chileno en Santiago, el trabajo de recopilación del Padre Miguel de Jordá, en fin. Este es un libro que nace en la memoria de un otro y va hacia la memoria de unos otros, que hoy somos nosotros.

Desde mi punto de vista, lo más trascendente de este libro, es su título. Ahí lleva esta palabra que tiene múltiples significados, y que más de un debate ha provocado. Como todos sabemos, el concepto folclor nació como tal en el siglo XIX, sin embargo, fue la centuria pasada, la que podemos denominar como “el gran siglo del folclore”, pues se difundió masivamente esta forma de denominar las expresiones de tradición y transmisión oral, así como un aspecto del patrimonio cultural. Desde los espacios académicos, el concepto se expandió hacia la industria cultural (específicamente la musical) que desarrolló una época de oro del folclor musical, sobre la cual muchos sentimos nostalgia, incluso a pesar de no haberla vivido. También penetró en el espacio de las políticas culturales, a nivel local y nacional, inmiscuyéndose también en las escuelas y colegios.

Así, hoy en día, folclor musical denomina la práctica social de realizar música de raíz o de tradición, en cualquier espacio, sea esta una fiesta, un escenario, de manera pública o privada. Sin embargo, personalmente, considero que nos quedamos adheridos a una conceptualización propia del siglo XX, que no es suficiente para abarcar la multiplicidad de expresiones y ya es una necesidad y una prioridad que busquemos nuestras propias definiciones para comprender este patrimonio cultural, que sin lugar a dudas, ya no es el mismo del siglo pasado.

Tal vez, bajo una definición más estrecha de folclor, este libro habría sido una recopilación de canciones, con sus partituras, y cada una habría llevado como subtítulo la frase “recopilado en San Vicente de Tagua Tagua”, o tal vez habría sido un disco interpretado por Diego y Felipe, y debajo de cada canción se habría puesto la misma descripción. Hoy en día, los autores, se aventuraron en centrar su estudio en los “cultores”, es decir, en los portadores y ejecutores de la tradición musical y nos entregan en imagen, palabra, relato y sonido, la vida y obra de cada uno de ellos. No son muchos los antecedentes de esta forma de abordar la cultura tradicional: como muestra podemos mencionar el libro “Cantos Folklóricos Chilenos” de Violeta Parra, los libros publicados últimamente por Patricia Chavarría o las obras sobre La Cueca y La Tonada de Margot Loyola.

Este estilo, utiliza un tipo de relato que logra transmitirnos la forma en que cada uno de los cultores comprende el quehacer de su oficio. Dónde y cómo aprendieron, qué dificultares tuvieron, cómo reproducen su quehacer, entre otros elementos. De ahí, aparecen frases dignas de destacar como “yo hacía hablar al acordeón” de Oscar Barrera, “sin pasión, no se llega a ninguna parte” de Eduardo Cornejo, “para el profe Lalo, la música es todo” de los autores explicando la vida de Eduardo Escobedo, “uno nunca termina de aprender” de Chabelita Fuentes, “son una historia que voy dejando en verso” de Mario Lizana, “porque uno tiene que querer, amar lo que uno hace” de Carlos Salas, por mencionar sólo algunas. Estas frases, sintetizan la relación del cultor con su oficio, y sus expectativas futuras, y por qué no, un profundo mensaje sobre la vida. Este trabajo, entonces, es un justo reconocimiento de los cultores, es una forma de sacarlos del anonimato del folclor decimonónico. Ya sabemos entonces, que el folclor no es anónimo ni de autor desconocido.


La ruta de la semilla: Entrega del libro a los cultores. 




Por otro lado, quisiera referirme a la selección y compilación del repertorio incluido en el libro y los discos. Es notable la diversidad de manifestaciones que están en esta obra, y que da cuenta también de la diversidad de cultores. Los audios y trascripciones corresponden a interpretaciones realizadas en sus lugares de origen, es decir, son grabaciones “en terreno”, y contienen composiciones de los cultores o bien, canciones y/o versos aprendidos, ya sea por herencia familiar o por un maestro. Esa misma variedad está en las biografías, hay campesinos, dueñas de casa, profesores de colegio, hay quienes no tienen estudios formales y son analfabetos, pero también hay quienes realizaron estudios universitarios, es decir, esta investigación dejó atrás la problemática de cuán auténtico o cuan tradicional es determinada manifestación o determinado cultor. La legitimidad de ser incluidos en esta obra se las da la vigencia. Entonces, el folclor representa el presente, no sólo el pasado.

Como he mencionado, la práctica de la música de tradición oral ha sido influida por el contexto histórico, y en este libro se da cuenta, de manera indirecta, cómo los propios cultores han tomado conciencia de su propio oficio y de la importancia que tiene para el destino de nuestra sociedad. Este libro, entonces, nos permite atravesar la barrera que ha existido históricamente entre el público y el “cultor” a cuya obra sólo hemos podido acceder siempre a través de los investigadores-recopiladores, quienes -sin duda- han realizado una labor notable de conservación y transmisión. Pero este trabajo, nos permite ir más allá. Nos abre tantas perspectivas como mitos nos derrumba.

Sólo me queda invitarlos a sumergirse en esta obra, a leer, observar y escuchar sus páginas, a deslumbrarse con un fragmento de la historia social y cultural de nuestro país, que nos traen directamente desde la memoria de artistas populares.

Concluyo agradeciéndole a Diego y Felipe por permitirnos conocer de otra manera San Vicente de Tagua Tagua, por familiarizarnos con Idahue, Tunca, El Inca, La Laguna, Rastrojos, Pencahue. Sin duda es una obra que merece ser imitada en otras localidades del país, porque nos permite actualizar el conocimiento sobre nuestro cultores, re-visitar nuestra historia, re-definir nuestra identidad, y darnos cuenta que de ninguna manera, el folclor está muerto.

Karen Donoso Fritz.

16 de marzo 2016, Biblioteca Nacional de Chile.

Más información: www.patrimoniotaguatagua.cl / patrimoniotaguatagua@gmail.com
En este link pueden descargar el libro: “La semilla del folclore”.

Fotografías: 1) Portada del libro La semilla del folclore. 2) Vista patio de Familia López. 3) Collage de Familia López, Chabela, Lalo Escobedo, Lucy Cabezas, Mario Lizana, Oscar Barrera Puga, Rosita León y Diablito Rojas. 4) Video donde se hace la Ruta de la Entrega del Libro a sus cultores.
Nota: Todo el material, como textos y fotografías de los autores y Patrimonio de Tagua Tagua.

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