37 años del Chilhué. Saludos y Testimonios.





Nuevo Aniversario de Chilhué


Fue por el año 1980 cuando escuché por primera vez a Chilhué y lo recuerdo pues me llamó profundamente la atención su musicalidad y la forma de presentar CHILOÉ, era un nuevo sonido chilote; vi a un grupo emergente en el campo de la proyección del folklore, y el tiempo me dio la razón: era un grupo que hacía folklore chilote pero sonaba distinto a los llamados conjuntos folklóricos, era  innovador y se me vino a la mente las palabras del maestro Piazzola, que decía…. que si la música se estancaba moría, que esta debía ser como agua fluyente…ello en relación  , a la crítica que los tradicionalistas le hacían en torno a la evolución que él dio al tango.



Así me pareció Chilhué con la música chilota, había allí un profundo respeto por la tradición, un gran conocimiento de ella y su entorno, tenía una base sólida en lo teórico y en lo práctico del folklore. Implícitas en ella aparecían en su interpretación  elementos nuevos, posiblemente influenciados por el jazz y los grupos rockeros de los años 70, que debe ser la época de su director, mi estimado colega y amigo Marcos Acevedo Encina. Si bien es cierto su música sonaba a Chiloé,  era enriquecida en su interpretación incorporando nuevos textos  con  contenidos de denuncias, rechazos,  críticas sociales,  ecológicas, y con un dejo político tenue y respetable. Incorpora así mismo, nuevos instrumentos a la música de Chiloé y evoluciona con la tecnología. 

Lo he visto también en la danza que la” contemporaliza” y enriquece con coloridos y es desafiante en la estética. Creo ha ido evolucionado hacia la aplicación del folklore dando una lección de trabajo serio, respetable y  digno de admiración.
Su campo de acción se ha extendido hacia lo étnico de la zona sur austral y allí también están presente estos elementos característicos del Grupo Chilhué que es un ejemplo de respeto, de estudio, de creación y re-creación.

Felicidades CHILHUË en su nuevo aniversario y hacemos votos porque siga entregándonos más productos de  de su creatividad, de su interpretación y su versatilidad.
Felicitaciones a su Director, a sus integrantes y ex integrantes por su entrega y amor a los nuestro.

Roberto S. Contreras Vaccaro.
Presidente Honorario para Chile de la IOV – Organización Internacional de Arte popular -Sede Austria. Fundador ENAFO .Docente de Folklore y Cultura Tradicional de las Universidades de Concepción y del Bío-Bío.


Saludo a Chilhué


Chilhué,  es mucho más que un colectivo en el que la música, el canto y la danza entrelazados con excelencia, recrean con respeto y vanguardia, la vida cotidiana y la ritualidad de los pueblos del sur del Sur... Es mucho más que un cántaro desbordado de conocimientos ancestrales y presentes, que se instala en la posmodernidad, como bloque de resistencia y proyección de una cultura empeñada en sobrevivir… Es también mucho más que la propuesta insigne, del elenco estable de una reconocida y prestigiosa casa universitaria... Chilhué es por sobre todo, una herramienta irreemplazable de la Ética y la Estética al servicio de algo mayor: La construcción cuidada e inclaudicable de una Humanidad justa.


Crucé mis pasos y mis afectos a Chilhué y a Marcos, su director, cuando mediando la década de los ochenta, los vi desplegados con su arte y activismo claro, en cuanto acto de resistencia a la tiranía hubiese, eso me fue indicando claramente, que no sólo estaba frente a un grupo de notables camaradas de oficio, sino también, ante un destacamento hermoso de hermanos de causa. 


Hoy, cuando el vértigo los tiempos nos hunde en la incertidumbre y el desamparo, redescubro mi propia historia y la de mi pueblo, en cada sonora cadencia, en cada plástico movimiento y en cada gesto a contracorriente, que Chilhué enarbola con toda la épica de su estatura… y me sacudo el abatimiento… y retomo mis letras dispersas y mi guitarra, porque sé que tengo razones buenas y cómplices infinitos. Lo sé, cada vez que la vida me regala la presencia, el abrazo y el beso de mis compañeros, de esos compañeros de empeños que habitan en el alma del alma mía, compañeros inauditos como este Chilhué deslumbrante y su inagotable e imprescindible conductor, mi hermano elegido: Marcos Acevedo Encina.



(Francisco Villa).
Julio 2017.



 
¡Felices 37 años, grupo CHILHUÉ!

Envío mi fervoroso saludo al grupo Chilhué en su 37° aniversario. Como artista chileno me siento feliz y orgulloso de que existan y entreguen ese aporte formidable que nos ofrendan.

     A partir de la música y el baile tradicional de la Isla de Chiloé, el grupo ha desarrollado una forma original llena de talento y contenido. Así han actualizado canto y danza transformando la expresión local en lenguaje artístico universal y cósmico. No sólo han actuado en escenario sino también han alzado su voz en defensa de los bosques y fauna marina del sur de nuestra patria. Según las propias palabras de su creador y director Marcos Acevedo: “de los bototos y el gorro de lana al vestuario urbano, del rabel al saxofón”, sin olvidar en ningún momento las raíces que hacen posible que el árbol florezca.  ¡Que Chilhué siga entregando alegría en su quehacer artístico luminoso! Un abrazo fraterno y emocionado de

                                                          Eduardo Yáñez  cantautor chileno

Santiago, Julio 8 de 2017





A PROPÓSITO DEL CHILHUÉ
Patricio Barrios Alday*

Años atrás, durante uno de los festivales nacionales de folklore, en Chile, mi entrañable (y extrañable) amigo, Fidel Sepúlveda Llanos, me preguntó qué opinaba respecto a la “materialización” de lo simbólico a través de la escenificación en la proyección folklórica. Dudaba Fidel si aquello que estaba profundamente internalizado en la abstracción íntima  del “yo comunidad”, de lo que existía por la voluntariedad del concepto y no por la obligatoriedad del precepto, era susceptible de ser representado, evidenciado, visibilizado, explicitado materialmente proyectando el ser íntimo de la colectividad en una dimensión tiempo/espacio diferente y, la mayoría de las veces, ajena al acontecer cosmogónico particular. 

Recordé, entonces, el breve ensayo “La soledad de América Latina”, de Gabriel García Márquez,  en el que cita las crónicas de Antonio Pigafetta, navegante florentino, que hablaba de la existencia de “cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas de los machos, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara”.
El tema en cuestión -y con esto respondí no sólo a Sepúlveda, sino, también a mí mismo que, a estas alturas, había compartido la inquietud- era (y sigue siendo) la capacidad de “ver” y “entender” lo que se está mirando y, por otro lado, la capacidad de representar lo visto y lo entendido. “Ellos vieron la fiesta de los diversos, pero no vieron lo que los diversos estaban viendo. Los vieron ver, pero no vieron el objeto de la visión”, afirmaba el italiano Furio Jesi  refiriéndose a las distancias entre la observación pasiva y la participación activa en los sucesos comunitarios.

Esta conversación –como otras tantas que nos regalábamos una vez al año- fue una de las razones que tuvo Fidel Sepúlveda para incorporar en la malla de la Escuela de Cultura Tradicional, que dirigía en la Universidad Católica, la “asignatura” de “Ética y estética del Folklore”, a través de la cual abordamos la inquietud expresada al comienzo de este texto: alcanzar el equilibrio entre la ética y la estética, entre la verdad de la cultura tradicional y la belleza del espectáculo.
Y todo esto… ¿por qué?
Porque es la única forma de entender al Chilhué.

Un joven (en aquellos tiempos) inquieto, lleno de ideas, con una alta sensibilidad para la apreciación de la música y la danza, en particular, y de las artes, en general, convencido de que había algo más allá del tradicional producto de los llamados “conjuntos folklóricos”, lideraba un grupo de mujeres y hombres, jóvenes, casi niños, casi bailarines, casi músicos, casi actores, casi actrices, con las mismas ansias de aprender, de desafiar, de contradecir, de innovar… soñadores…
Dicen que hay que contar los sueños (o no contarlos) después de las doce para que se hagan realidad. Seguramente Marcos Acevedo Encina, fundador y director soñó al Chilhué, lo construyó… y lo contó después del mediodía, cuando el sol inicia el camino de la guarda (para que la otra parte de la vida viva); cuando los aguatires del altiplano salen a proteger el ganado y el sireno a “templar” instrumentos y enseñar melodías mágicas; cuando el trauco, enamorado impenitente, reinicia su camino sempiterno y el imbunche comienza la guardia protectora en la cueva de su señor brujo…

El Chilhué ha logrado, en estos treinta y siete años, transformarse en un referente fundamental en la representación de Cultura Tradicional, en trabajar “de lo simbólico a lo explícito y, de vez en vez, al revés”** para tratar de entregar, mediante un lenguaje escénico lleno de ritmos y metáforas, los contenidos que nuestros pueblos atesoran y les permiten trascender a pesar de todo… “alcanzar el equilibrio entre la ética y la estética, entre la verdad de la cultura tradicional y la belleza del espectáculo”.

Y, claro, decirles “feliz cumpleaños, Chilhué”, es un sin sentido porque nacieron el día fuera del tiempo real (25 de julio), según los Mayas… marcándolos, además, porque su trabajo trasciende lo temporal, lo convencional, lo formal, lo establecido…
Sólo decir que uno de mis sueños es que existan más Chilhué, que existan más Marcos Acevedo (y lo estoy contando después del mediodía).
 
*Patricio Barrios Alday, Arica, 1952. Escritor, investigador y docente de Cultura Tradicional. Fundador y director del Colectivo para la representación de Cultura Tradicional “Intín Wawanakapa” (1977).
** Título del último libro (próximo a publicarse) de Patricio Barrios que, en estructura de ensayo, aborda aspectos de la puesta en escena de hechos culturales.





Breves palabras para CHILHUÉ en su aniversario.

Chilhué, en todos estos años de fructífera existencia, ha transitado un camino de desarrollo artístico consecuente con un compromiso por los valores de nuestra cultura patrimonial intangible, recreando versiones tradicionales de cantos y danzas, principalmente del archipiélago de Chiloé. Al mismo tiempo, Chilhué ha mostrado especial interés en rendir tributo a personajes nacionales, acontecimientos de nuestra historia, a narraciones mitológicas, a nuestros pueblos originarios, entre otros.

Llevar a la escena creaciones y recreaciones de manifestaciones de la cultura tradicional y popular, constituye un campo de estudio y de experiencias, abordado en la escena nacional desde múltiples influencias. Muchas de las propuestas nacionales de los grupos artísticos que trabajan con constituyentes culturales identitarios, reflejan esas influencias de uno u otro modo. En las producciones artísticas escénica, entran en juego estéticas hegemónicas, ideales de cuerpo escénico, disponibilidad de recursos técnicos, lenguajes corporales, etc. Chilhué ha querido ser innovador, se ha atrevido en una búsqueda por romper las formas ya conocidas de los grupos folklóricos. Ha incorporado de manera preponderante lenguajes corporales que se escapan de la danza tradicional, se evidencia la búsqueda de otros lenguajes en la utilización de técnicas de danza moderna y/o contemporánea. Sin embargo, el grupo Chilhué tampoco es posible clasificarlo como lo que comúnmente conocemos como un ballet folklórico. En sus trabajos coreográficos no encontramos estereotipos o simulaciones representacionales de sujetos que no son, aparecen bailarinas y bailarines que se ponen al servicio de la comunicación escénica de manera honesta, desde una propuesta coreográfica que les permite decir de la danza chilota o contar de los selknam. Dicho de otra manera, se valora la aparición de subjetividades en la construcción del relato escénico.

Por otro lado, quiero destacar el trabajo artístico responsable y serio en las bases de estudio que sustentan sus obras, el vuelo creativo tiene cimientos y convicción. En los resultados artísticos de Chilhué, es imposible apreciar y valorar la honestidad, el profesionalismo que dan origen a una expresión artística no aséptica, no apolítica, pero tampoco panfletaria.
Que el camino no se interrumpa. Que los trances sean siempre superados. Que el compromiso siga vivo.

FELICIDADES CHILHUÉ
Carlos Delgado Lizama
Académico Departamento de Danza
Facultad de Artes
Universidad de Chile
Julio 2017

 

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