Las Ubilla: Dinastía de curvas.


Ya rememorando esos tiempos de la bohemia santiaguina, el Bim Bam Bum, Mon Bijou, las vedettes, curvas, música, cómicos y bailes, traemos a FyCCh., a las exponentes chilenas, que se hicieron un nombre en los escenarios: las Ubilla.

Las Ubilla: dinastía de curvas.

Escribe: Luisa Ulibarri.
Fotos: Carlos Tapia, Julio Troncoso y Miguel Rubio.

Reportaje de la desaparecida Revista Paloma N° 2 del 28 de noviembre de 1972. Directora: María Cecilia Allendes. Empresa Editora Nacional Quimantú Ltda.




Las Ubilla: dinastía de curvas.

° Quince años haciendo suspirar a los peladitos de
primera fila.
° A la mayor, el padre "le sacó la contumelia" la
primera vez que actuó. Hoy es el ferviente admirador de sus siete hijas vedettes.


El apellido Ubilla huele a plumas, brillos, bikinis, curvas, bocas grandes y
risas amplias y chillonas.
Huele a Bim Bam Bum y a esos años 50 cuando por primera vez una bailarina chilena lograba adelantar en el entablado del escenario y desplazar a las sagradas vedettes argentinas. Huele también a veinte años "de circo", a través de los cuales don César Ubilla Briceño —un patriarca corpulento, severo, obrero de una fábrica de muebles—
ha visto cómo se van desocupando las piezas de la vieja casona
del barrio Franklin.

Con resignación, y ahora con un dejo de orgullo que le costó mucho adoptar, "papá Ubilla", a los 72 años, dice: "Y qué se le iba a hacer.
Es el camino que ellas eligieron, que me las ha llevado a vivir a otros países. A repartirse por el mundo. Es su camino, y allí las tiene"...

Isabel: una brecha.

La familia Ubilla está compuesta por diez hijas mujeres y cuatro varones. Ocho de ellas fueron o son vedettes. Todavía los vecinos recuerdan a la primera, esa morenita de ojos chispeantes y muy alegre que ganaba cuanto concurso de canto se hacía en la carpa de los Juegos
Diana, de Franklin.

Corría 1946 cuando Isabel lavaba apurada los pañales, y a escondidas pescaba a sus diez hermanos para que le hicieran claque mientras
ella cantaba en la carpa. Con tanto aplauso, siempre ganaba.
La familia era humilde ("nuestra madre es de esas señoras que tienen crios y más crios con la partera de turno y en su propia casa").



Otras veces Isabel, que alcanzó a cursar hasta segunda preparatoria en la Escuela 98, participaba en "festivales para gente pobre", destinados a comprar zapatos para niños, entre los que se contaba ella misma. O se las arreglaba para escuchar radio en el almacén de la esquina y vender huesos para obtener unas monedas y partir en micro a la radio Bulnes.

Allí Isabel cantó por primera vez, y algo nerviosona, la tonada "Debajo de un verde sauce". "Me encontró voz de soprano el guitarrista, señor Rodríguez".

"Esta negra tiene talento —decía—. ¿Por qué no te  animas y vas a aprender con el mismo profesor de Lucho Oatica y la Sonia y Miriam?...". "Claro, es que yo no tengo ropa de actuación", contestaba Isabel.

Poco a poco y a escondidas se fue metiendo, estudiando algo de canto y se hizo muy amiga de Iris del Valle, que la llevó al Bim Bam Bum. "Mi papá, supo y me sacó la contumelia", dice ahora
Isabel, y suelta una carcajada. Cuarenta años que no demuestra,
el pelo escarmenado y un poco revuelto, vestida de azul.

"¿Usted cree que con esta pinta yo podria volver al teatro?
"Volviendo a la historia, le digo que mi papá daba como diez pesos a la semana para la casa; era casi lo que ganaba, y yo veía que el viejo trabajaba harto. No supe cómo un día me tiraron como pelota de fútbol a la cancha del Bim Bam Bum. Me pusieron un traje de monedas y un bikini, y yo me moría de vergüenza.

Pero yo sabía que no me iba a poner mala. Eso es cosa de una. Yo quería ser cantante, y apechugaba haciendo dobletes en una bolte arriba de Gath y Chaves y en el Mon Bijou. Claro, mi papá me echó de la casa y con la gorda (la María Victoria) arrendamos una pieza en calle
BIo-Bío. Empecé a vivir sola. Era lindo bailar, y a una le regalaban
canastillos".

"Bim Bam Bum". Xavier Cugat y Tito Rodriguez. Canta Noro Morales.



Elba: la más famosa.

Al poco tiempo se tentó Elba, la Pitica I. Los canastillos iban por partida doble. Pitica fue la estrella. En el escenario, sexy y de gran simpatía. Sus hermanas lo reconocen. Ella fue la mejor.

Dice Isabel: "Porque a la Pitica la aconsejé que se acercara al Municipal, y con los coreógrafos aprendió pasos de ballet, y hacía piruetas así y asá, tan refinadita ella. Parece que hubiera sido de otro padre. La Pitica
es la más fina, la más burguesa y callada. Cuando la invitaban a comer, sacaba de la punta del plato, y después llegaba a la casa a devorar el refrigerador entero.
La Pitica se casó con un ecuatoriano que tiene que ver con compañías aéreas de transportes, y desde que está retirada del teatro se devora bibliotecas enteras. Es la más culta de todas. Hace diez años que no la veo"...

Isabel Ubilla se lució en la revista BBB hace quince años. Cuando para ser vedette había que tener buen cuerpo, tener gracia y saber bailar. La competencia era grande. Las Ubilla se impusieron. Pero a costa de mucho pelearla. Si Isabel no hubiera sido tan amiga de la señora Marta (la esposa de Buddy Day, dueño del Opera), la cosa habría sido distinta.

Ayudándole a coser bkinis y plumas, Isabel se la ganó y doña Marta le daba ánimo. Le decía que aunque estuviera entremedio de 30 coristas,
con empuje llegaría adelante. Y lo logró. Una vez que falló la vedette
de turno, Isabel debió reemplazarla y allí quedó.

"Yo veía tan lindas a las argentinas, y las imitaba. Apenas me podia el traje con alas y el peso... ¡ayayayay! Las "che" me empujaban, pero yo no me daba por vencida. Una vez me puse a llorar en el camarín. A
la Raquel le pasó lo mismo. La envidia es cosa seria entre las chicas, y si te ven triunfar, la agarran contigo. Fui la primera vedette chilena."

Al principio sus amigas le decían escandalosa ("le rompí la cabeza a una que me sacó la madre"). Lágrimas de sangre se lloraban. "No le hagái caso a estas huevonas", me decía Gabriel Araya, y lecciones tuve muchas después que les enseñé a mis hermanas.

Como leona.

Isabel se casó con Teobaldo Díaz, corredor de autos. La carrera teatral fué aminorando. Tuvieron éxito con Pitica cuando se presentaron seis meses en Lima, Vivían en el Hotel Windsor y por ahí les corrían cuentos
a las hermanas. "Pero a mi marido no le importaba, él es muy
comprensivo y así hemos durado ya casi los 20 años. Antes la cosa era distinta. Hoy día pescan a cualquier "patín" y te la ponen en el cuerpo de baile. Y el teatro se desprestigia.

Actué diez años, en Lima me presenté con Aceves Mejia y Nat Kíng Colé. Y a la vuelta, de lleno al mundo de los negocios. ¿Que si echo de menos el teatro? (lo dice mientras revuelve un viejo maletín y saca sus soírées —trajes de actuación— con muchos brillos y diminutos  sostenes).,., "me gusta más que la lora, esto".

Yo soy alegre y hago muchas fiestas, y esto se llena de periodistas.
Entonces agarro ese foco, y las chiquillas hacen show y yo anuncio. Claro, tengo nostalgia, pero me la guardo, a ver si un día se me ocurre montar a mi un traje de revistas".
Isabel hace las veces de leona con sus cachorros cuando habla de sus herederas. Todos sus bikinis han pasado por el cuerpo de Pitica, de Carolina, de las mellizas y ahora de Solcito, de quien ella está orgullosa. Solcito, sin embargo, debe ajustarse a las actuales condiciones de la boíte chilena, donde no todo es oro.

En la "Mon Bijou" trabaja de una a seis de la mañana, baila y debe hacer copas (o alternar) para atraer más clientes y ganar más. "El otro día salió una foto de las mellizas desnudas. Ellas no sabían que se iba a publicar. La Bibi de repente no para en la casa. Que la Solé esté en boite no es lo mejor. Pero. .. ellas se lo buscan. Yo me canso de aconsejarlas. He logrado, eso si, que ninguna haga strip tease"...

La tercera: emigrante.

Carolina no es bonita. Sin embargo, es increíblemente joven para sus 36 años que confiesa en su castellano-tropical. Viene de paso a Chile con su hijo Pedrito, un mulato de ojitos encendidos y pelo crespo que le
quedó de su matrimonio con el venezolano Pedro Sánchez. Se puede decir que Carola actuó muy poco en Chile. Empezó ya con la puerta abierta a cualquier hermana de la dinastía Ubilla (era la tercera). También empezó a los 15 años, después de abandonar su trabajo en una confitería. Llegó hasta sexta preparatoria, y entró al baile porque quería vestirse mejor. Opera, Pigalle, Club de la Medianoche.

Contoneando elcuerpo, inventando pasos, reforzando su actuación en los sketches, que son su debilidad. Tiene pasta de actriz.
Carola hoy día se cotiza en dólares. Para ella la plata chilena no corre. Lleva dos años trabajando como lady crooner (anunciadora) en la boite Chez Martínez, de Caracas, un lugar elegante. Y esto, después de una viajada carrera que empezó el mismo día en que aburrida de los empresarios chilenos Carola aterrizó provista de pollos y humitas en el aeropuerto de Lima. Actuaban allá Isabel y Pitica, que se murieron de vergüenza al ver aparecer a su hermana tan provinciana.

Carola era "la hermana de las Ubilla". Ellas eran las vedettes, y en Chile no le daban muchas oportunidades. Lo dice sin rencor. Llena de entusiasmo.
"Salí el 55 de Chile, porque me daban 150 dólares al dia, ¿te das
cuenta?... Lo que gana una chica del cuerpo de baile por un mes de actuación en tres funciones diarias. Lógico, ya ni vivía en la casa. Arrendaba una pieza cerca del teatro. Yo fui contemporánea de Judith Renard y Nora Zurita aqui en Chile.

Cuando me aburrí aquí, agarré mi único bikini, le cosí unas perlas y partí, con las'humitas y los tomates. Yo no sabia a lo que iba. Le escribí a la dueña del "Copacabana", que me contrató sin saber lo que yo hacía, y porque era hermana de mis hermanas.
Mi debut en una revista, en el "Bikini Show" fue improvisado.
Yo nunca había bailado sola.

"¿Te sabís algún mambo?"..., me preguntaron.... y yo me acordé de ese mambo tan de moda..., "La Silvana Mangano". No salió mal. A los cuatro meses me contrataba una empresa en México. Eso fue lindo.
México es un sueño: los mejores shows, los artistas, y eso de conocer otros países, que te da tanta cultura. Además, yo estaba sola, valía por mi misma".

Carola vivió siempre en hoteles y dice que eso es deprimente.
Desde que pasó un Año Nuevo encerrada en un hotel y con una botella de tequila en la mano, juró no estar más sola. Y cuando llegó a Caracas a actuar, allí se casó. Hoy está separada, pero tiene a Pedrito. Se mueve en el ambiente de "Night Club".
"Llevo cinco años en la misma empresa, y ya tengo cierta seguridad
laboral. En el día soy la madre de Pedrito y una dueña de casa. Allá no se usan las empleadas y a mí me gusta limpiar. Allá el ambiente de boite es tan ingrato como el nuestro. ¿Sabes?

A mí antes me preocupaba hacer los mejores números, con vestidos y pasos sofisticados. -Un día simplifiqué, bailé al lote, y la fascinación del público era la misma, porque ellos van a ver cuerpos, piernas que se mueven y senos... Entonces te importa un pito la perfección. Recuerdo
que en "La Taberna del Puerto", en México, hacía un afrocubano
perfecto. Un día me equivoqué y nadie se dio cuenta. Al dueño tú le hablas de profesionalismo y baile, y te dice:

"¡Y a mí qué me importa el baile! Sácale champaña al cliente, y eso es mejor!. Entodas partes se cuecen habas"...

Muchas ilusiones se le han ido a Carola entre tanto brillo de dólares y trajes de láminas plateadas. A ella le hubiera gustado ser maestra. Pero el baile le ha dado alegrías. "Ahora espero juntar ahorros, para vivir más tarde tranquila con Pedrito".

La Pitíca número 3.

A Pitíca III el camino se le hizo pan de miel cuando se le ocurrió
enamorarse de Julio Felis, hijo del dueño del BBB. Y por eso también ganó muchos odios y envidias entre las "chicas" que eran sus compañeras. Pitíca (Raquel, de 25 años) era una estudiante de comercio que a los dieciséis años se aburrió de tanto número, tanta matemática y
signos, y decidió mirar el teatro...
Pololeaba entonces con un estudiante de sastrería, "un chiquillo rubio, alto, de ojos claros y buenos modales, o sea, el pololo ideal", que no se atrevía ni a tomarle la mano. Pitica era muy lanzada, y el cambio del estudio a la revista la impactó, pero se adaptó con facilidad. Dice que lo que la ayudó fue "tener más cuerpo que la Pitíca Elba" y facilidad para sonreír y salvar situaciones difíciles en el escenario.

Pitica III tiene la nariz chica y respingada, una sonrisa muy Ubilla y la franqueza de todas ellas juntas. Sin pelos en la lengua: "Ya los periodistas estaban acostumbrados a hablar de estas Ubilla tan lindas. Yo fui una más. Y metí harto las patas al comienzo".
Una vez una argentina casi la bota en la primera fila.

Como era la menor y la más regalona, llamó la atención de Julio Felis, "No salgas con él; es un lanzado", me decían, y yo, contrera como soy, sali. No sé si fue flechazo la cosa. Vivimos dos años juntos, porque yo creo que la libreta no le agrega valor al cariño.
Y después, como yo era conocida y más de alguien me faltaba el respeto, decidimos casarnos.

¿Que si la cosa resulta?... Llevamos nueve años y fueron mejor esos dos sin libreta. Pero yo acompaño a Julio donde vaya. Hace dos años decidió partir a Malaga, España, donde instalamos una cafetería, pero nos fue tan mal que nos volvimos. Además, yo esperaba mi primer
niño, Gonzalo Antonio, y quería que fuera chileno..."

Pitica volvió al Bim Bam Bum, después que su propio marido se lo propuso. Pero bailar en Chile no es lo que más le gusta. "Hubo un tiempo, hace ocho años, en que esto me deslumhraba.
Era todo un desafío ser vedette. Pero lo mejor fueron esas comedias
musicales como "Buenas Noches, Santiago", donde pude actuar un poquito.

Pitica habla, gesticula, se maquilla y cambia bikini mientras conversa. Habla de su gira por México y Panamá, "en unos contactos que me hizo Julio para actuar en boltes, que no tengo la menor idea lo que son" (en
estos momentos se encuentra actuando en esos países).

"Mi vida transcurre tranquila, y aunque soy medio gitana para andar por aquí y por allá, termino haciendo siempre lo mismo. Me levanto a las 12. Es el niño, Gonzalo Antonio, el que me despierta. Vengo al teatro a
ensayar y luego.... las tres funciones.
Cuando salgo me gusta ir a discothéques, y allí veo que las chiquillas bailan tan bien que una tiene poco que hacer. ¿El strip tease?... ¡Está pasado de moda! Ahora a los hombres les gusta que una insinúe el pedazo de cuerpo que queda debajo de las minis.

La Pitlca III es cálida* pero tan directa y francota como Isabel.
Estas hermanas tienen, tanto de común, que de repente parece que una estuviera siempre conversando con la misma. Ninguna oculta que le ha gustado pasarlo bien en la, vida, y gracias a esa risa grunde y un poco coquetona, al final les va siempre bien.

Aunque una vive por aquí, la otra en Caracas, otra más allá, hay un momento en la vida de cada una en que el sentido de clan aflora: cuando don César Ubilla está enfermo. Hace poco "papá Ubilla" estuvo muy mal del corazón y casi todas (menos Pitlca I) volvieron. Estaban Bibi y las melllzas, estaban todas, y cuando la salud del padre fue
mejorando, otra vez la vieja casa de Franklln parecía un circo.

En el patio, una decena de chiquillos corriendo y jugando a la pelota o al "paco ladrón". Por ahí asoma una futura generación de esta dinastía de vedettes que no piensa aún terminarse.

Fotografías: 1) y 6) Pitica III: Raquel. "Dicen que tengo más cuerpo que la Elba, pero yo creo que le gusté a mi marido (Julio Filis, hijo del dueñ del BBB) porque era la más chica y regalona." 2) Papá (Ubiila no quería que sus hijas se metieran en ese mundo de "hombres malos". Odiaba a los periodistas que las fotografiaban. 3) Cuando las diez hermanas partían en patota a hacerle claque a Isabel, la mayor. 4) Isabel, 40 años, maciza, francota y seca para la talla. Ayer vendía huesos para pagar la micro; hoy posee una flota de dieciséis taxis. 5) Carola la viajera: "Muchos hombres van a ver cuerpos, piernas que se mueven, curvas. Entonces te importa un pito el perfeccionamiento profesional".

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