Barrio San Diego, la nostalgia de la bohemia capitalina.

 


LA NACIÓN DEL BICENTENARIO
Barrio San Diego, la nostalgia de la bohemia capitalina.

"Ven / Por la transmigratoria / Calle / San Diego /De Santiago de Chile, / En este año: / Olor a gas, a sombra, / Olor a lluvia seca. / Al paso / De los obreros que se desgranaron / De los agonizantes autobuses / Suenan / Todos los tangos en todas las radios / En el mismo minuto". 

El extracto de la oda elemental que Pablo Neruda hizo para este sector es un fiel reflejo de la importancia que tuvo este barrio para la bohemia capitalina, y que aún permanece en la retina aquellos nostálgicos que simplemente no lo olvidan.

El barrio parte en Franklin y termina en la Alameda, aguardando en cada cuadra recovecos con sorpresas. El Rey de las Bicicletas, insumos computacionales, pequeñas cocinerías, antiquísimos teatros, los puestos de libros y el recién inaugurado Mall Chino son parte de su presente.


 
Pero las derruidas edificaciones encierran los ecos de tiempos pasados donde aún se escuchan rebotar en las paredes cánticos, choques de copas, versos y bailes de poetas, escritores, vedettes, periodistas y artistas hacían que noche a noche ésta fuera la cuna de la diversión por esencia. Años atrás la panadería Malagueña lideraba las preferencias con aquel mesón de madera y el olor a manteca sobre el pan caliente que envolvía el sector. Las plazas bullían en gritos de niños, la alegría de los juegos, el paseo dominical con la familia, todo adornado con un organillero que daba vuelta la manivela encendiendo la magia del lugar. La cultura se refugió durante cincuenta años en uno de los epicentros revisteriles más importantes que presentaba el Teatro Cariola. 




Durante décadas albergó grandes espectáculos y actualmente se encuentra en un proceso de remodelación que lo ha hecho escenario indiscutible para presentaciones de conciertos de Inti Illimani, Tito Fernández, Santiago del Nuevo Extremo y obras como "Jesucristo súper estrella". Desde 2005 partió la remodelación de este recinto, que pese a tener fecha de expiración hoy, da una dura batalla para estar a la altura de ligas mayores.

Otro de los "sobrevivientes" de San Diego es el bar Las Tejas que ocupa las instalaciones del Teatro Roma, recinto donde el 3 de julio de 1964 se realizó una gran convención en apoyo al Presidente Allende. Hoy jarras de terremoto, panes con pernil y arrollado con mucho ají son parte de la esencia de esta "picá". En sus paredes hay murales con mujeres bailando cueca y en conversaciones se rememora a la "Peña Javiera", la más importante que subsistió durante la dictadura en calle San Diego.



Un acordeonista pasea y como si el tiempo se hubiera detenido a pura "cueca brava" o un tango de siempre, mantienen viva la picardía de los años dorados del barrio. Don Egidio Altamirano pasea por las mesas, entre el olor a pipeño y parrillada. Quien más que él sabe cómo ha sido invadido por el comercio mayorista el sector. Tanto es así que hasta los más canallas del sector agarraron sus maletas y se fueron unas calles más allá. Todos son sobrevivientes de un barrio que cambió tal como cambiaron las generaciones, y hoy se empina como cuna de lectores y adeptos al cine arte, sentenciado su refugio en un inmutable Normandie.


Fotografías: 1) Iglesia de Los Sacramentinos. San Diego con Santa Isabel. 2) Kioskos de libros en San Diego al llegar a Santa Isabel, al costado de los Juegos Diana. 3) Teatro Cariola. 4) Bar Restorán Las Tejas, picada chilena, donde se hacían eventos de Cueca Brava. 5) Teatro Esmeralda al llegar a Avenida Matta.

 

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