El Embotellador de Almas. Eraclio Zepeda Ramos.

 


Foto El Periódico.

Ya conocemos a Eraclio Zepeda y sus cuentos, ahora pondremos el primer cuento que le conocí. Además que pondré fotografías de Eraclio, encontradas en el Periódico de México, todo esto al revisar unos apuntes de amigos mexicanos, que tienen, también como yo, cuentos de este autor.

Aunque es considerado por muchos como un escritor indigenista, Zepeda no está de acuerdo con la clasificación. “Escribí sobre indios porque eran las personas que mejor conocía, si hubiera conocido cosmonautas hubiera escrito sobre cosmonautas, pero mis personajes siempre fueron hombres y mujeres, de ninguna manera fueron figuras de cartón o de paja”, comentó en declaraciones reproducidas por Mileneo.

Va entonces para ustedes el cuento “El Embotellador de Almas”, con Eraclio Zepeda como relator, este audio fue copiado del programa “Serendipias”, transmitido por Radio Universidad de Chile, 102.5 FM del dial, conducido por Eugenia Neves, quién hace la presentación.

Este cuento y su audio va como un homenaje póstumo a Eugenia Neves, que hizo de su programa “Serendipias”, un compañero de este marquero, en su lugar de trabajo. Gracias.

El Embotellador de Almas. (hacer Clic en el Título para escuchar).

Acá transcribimos el artículo en el Diario El Periódico de México.

El Acordeón
Eraclio Zepeda, un hombre extraordinario
Por: Por Zaida Alicia Lladò Publicado 27-09-15

El pasado 17 de septiembre falleció uno de los grandes de las letras mesoamericanas: Eraclio Zepeda (Tuxtla Gutiérrez, México, 1937-2015) narrador, poeta, indigenista, ensayista, cuentero, dramaturgo, político, actor y un largo etcétera. Hizo parte en los años sesenta del mítico grupo de escritores La espiga amotinada, junto a Juan Bañuelos,  Oscar Oliva, Jaime Shelley y Jaime Labastida.


Foto-articulo-El Acordeón

Eraclio Zepeda Ramos, fue sin duda un hombre extraordinario, fuera de serie, su vida estuvo llena de experiencias policromáticas que inician en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas –su estado y ciudad natal–, donde a decir del propio Laco –como le llamaban coloquialmente–, nació y creció aprendiendo como primera lengua el zapoteco: “Éramos una familia que viajaba mucho y en unos de esos viajes que hicieron mis padres, fueron al istmo de Tehuantepec y se trajeron una señora, que sería mi ‘nana’, que pasaba mucho tiempo conmigo y por eso cuando aprendí a hablar aprendí primero a hablar en zapoteco”

El amor por la palabra lo traía Eraclio en la sangre, decía: “…En mi casa, había la biblioteca de libros y una biblioteca de palabras, la primera, la formaban las ediciones que venían de la finca ‘La Zacualpa’ que se habían salvado de las inundaciones y la segunda que era de mi padre, Heraclio Zepeda Lara, que siempre después de la comida para mantener entretenidos a los hijos, nos inventaba historias de palabras, improvisadas, y esas narrativas junto con la biblioteca de libros, fueron los dos pies con los que caminé: el pie de los libros y el pie de las palabras.. Estudié mis primeras letras en la escuela cardenista Camilo Pintado, con maestros con capacidad enorme, con una concepción pedagógica de la escuela activa”

Pero también el amor a la escritura, le nace desde muy joven: “En esa escuela activa tuve excelentes maestros y ellos me motivaron a hacer un periódico, porque veían que me gustaba escribir; y entonces hago el periódico Alma infantil que aún existe en esa escuela en Chiapas. Lo hacíamos en la imprenta La Sirena de Santiago Chanti Serrano, el padre de Irma Serrano La Tigresa, que era una joven bellísima. Y aprendimos a imprimir a través de placas, poner las tripas, ubicar los tirajes, etcétera, no usábamos energía eléctrica lo hacíamos todo manual; pero dentro de toda esta experiencia, había algo que nos atraía también: que en la casa de Chanti, en el último cuarto, nos distraíamos cuando oíamos el sonido de la hamaca y entonces espiábamos a una venus: sus brazos, sus piernas, etcétera; pero cuando nos sorprendían Chanti escuchábamos de pronto una voz fuerte decir: ‘¡Irma que te están viendo los muchachos …cierra la puerta!’”.

A los 13 años, se va a la ciudad de México, a realizar sus estudios de educación media, en una escuela militar. Fue un Cabo formado por militares y tuvo como compañeros a quienes en el futuro serían también grandes escritores y directores de cine: Jaime Labastida, Jaime Shelley, Luis Castro, Rodrigo Moya, coincidiendo todos por el gusto por la poesía y el ensayo. Pero, la escuela militar era contrastante, como el mencionaba: “en esa escuela militar no había más que dos tipos de gente: pésima y buena. Nunca conocí a gente mediocre, gente que fuera ni buena ni mala… no había. O eran buenas o eran terribles”.

Pero ¿cuándo empieza a escribir obras Zepeda Ramos?:

Existían dos grupos de escritores muy jóvenes, tres chiapanecos y tres militares. Eraclio pertenecía a ambos. Entre los chiapanecos estaban Juan Bañuelos, Oscar Oliva y Eraclio Zepeda, y entre los exmilitares estaba Jaime Shelley, Jaime Labastida y Eraclio Zepeda. Así nace la Espiga Amotinada. Él lo comentaba así: “Fuimos a conocer, por invitación de Juan Bañuelos que era mayor que nosotros, a un gran poeta catalán que se llamaba Agustín Bartra; fue un hombre muy sabio, nos abrió un mundo extraordinario; nos tomó cariño, nos educó. Un día nos pidió nuestros textos a todos y los llevó al Fondo de Cultura Económica y editó La Espiga Amotinada libro de poemas, publicado en los años sesenta, que tuvo mucho éxito”.

Seguido a este libro, escribe Los cuentos de Benzulul, que es una colección de ocho relatos que hablaban acerca de la vida, percepciones y costumbres de los indígenas chiapanecos. Dicha obra lo ubicó al lado de sus coterráneos Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Juan Bañuelos.

Entre un libro y otro fue a Cuba, invitado a dar clases en la Universidad de Oriente y en la Escuela de Instructores de Arte de La Habana. Ahí le toca la revolución socialista y combatir con los cubanos durante la invasión estadounidense a Bahía de Cochinos. Como él decía: “En una revolución todo se puede hacer, en ella puedes inventar un mundo nuevo”.

Después de su experiencia en Cuba, va a China y Moscú, ya casado con Elba Macías, chiapaneca. Fue maestro en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín; corresponsal de prensa, promotor cultural, comentarista de radio y televisión. Durante esos viajes terminó su libro Ocupación de la palabra y escribió cuentos como: Asalto Nocturno, que lo hizo ganar el Premio Nacional de Cuento en 1974.

En sus cuentos, Zepeda dibuja en todo su esplendor su estado natal: Chiapas, su geografía y la realidad indígena, principalmente. Y hay razón en ello. Chiapas es el estado con mayor volumen de población indígena de México, un millón, de los cuales solo 250 mil hablan español. Las lenguas más socorridas son el tzotzil, el tzeltal y otros idiomas mayas como el comochol, el tojolabal, el mam y el lacandón. Además, existe un alto porcentaje (40 por ciento) de analfabetismo. Por eso Zepeda, toma como inspiración las descripciones y diálogos lacónicos del acontecer de hombres y mujeres chiapanecos que encarnan la condición humana “como resumen de fatalidades, pobreza y precarios momentos de libertad”.

Otra de sus obras fue Vientos del siglo, novela escrita en París en el año 2000, como parte de una saga de cuatro libros. Los otros eran: Tocar la tierra, Las grandes lluvias y Tocar el fuego.

Eraclio Zepeda, también incursionó en la lucha social y política. Fue fundador de la izquierda en México y militó en el Partido Comunista, en el Partido Obrero Campesino, en el Partido Socialista Unificado y también en el Partido de la Revolución Democrática. Fue diputado, Secretario de Gobierno de Chiapas y Embajador de México ante la UNESCO. En el año 2014, se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística que instituye la Secretaria de Educación Pública de México y, en 2015, le fue concedido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

Participó como actor en dos filmes memorables México Insurgente, de Paul Leduc, y en Campanas rojas, de Serguei Bondarchuk. El primero basado en la obra homónima de John Reed, el segundo, en la biografía del mismo periodista estadounidense. En ambas, interpretaba a Pancho Villa, ya que le daba un aire de familia, por más que Eraclio era chiapaneco y mejor parecido que el héroe legendario.

Fotografías: 1) Eraclio Zepeda Ramos en su casa con su biblioteca de fondo. Foto de El Periódico de México. 2) Eraclio Zepda en su casa, foto del artículo El Acordeón.

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