Oreste Plath, el hombre que amaba el disparate chileno.

Como ustedes saben, acá se quiere a nuestros escritores, artístas, cantantes, bailarines, etc. y en este item, le tenemos un especial cariño a nuestro Oreste Plath, que nos ha influenciado con sus crónicas dedicadas de por vida, a nuestra cultura tradicional, con sus dichos, nuestras costumbres, mitos, leyendas, folclore, comidas, juegos, cantos, pregones, locuciones, "disparates", etc.

Ya cumpliendo 110 años de su Natalicio, siguen los escritos para recordarlo, esta vez en "Las Últimas Noticias" en su página Tiempo Libre. Va este escrito...


El aniversario es celebrado con la publicación de un libro ilustrado que reúne adivinanzas recopiladas
por el escritor en sus viajes por el país.
JULIETA LOMBARDI.



Cercano al Parque Forestal, el departamento de Karen Müller es en parte, o casi por completo, una
especie de santuario dedicado a su padre, Oreste Plath (su verdadero nombre era César Müller). Desde que el investigador murió, en 1996, su hija destina 17 horas diarias, como ella dice, a conservar y difundir un patrimonio que parece infinito. La habitación en la que Karen Müller realiza ese trabajo produce, al menos, esa impresión: está atiborrada de libros, documentos y fotografías que
apenas dejan espacio para un par de sillas y un escritorio.

Entre la montaña de cosas, que incluye numerosas reediciones de las obras que escribió en su larga existencia, se asoma un libro de pequeñas dimensiones con el título "Adivina buen adivinador".
Se trata de un volumen ilustrado (con dibujos de Pati Aguilera) que contiene veinte acertijos para niños recopilados por Oreste Plath y cuya publicación conmemora los 110 años de su natalicio,
que se cumplen este domingo.

La adivinanza es un pasatiempo con sentido social, consideraba el autor, quien nació el 13 de agosto de 1907 y destinó 50 de sus cerca de 90 años de vida a conocer y divulgar la cultura popular de Sudamérica, y principalmente de Chile. Como editor, escritor y profesor, Plath se ocupó de la mitología, los bailes tradicionales, el lenguaje folclórico, la gastronomía, los insectos y los juegos, entre ellos los acertijos que reúne la colección recién aparecida ("Con hilo subo, con hilo bajo, si me lo cortan me rajo", es uno de los que integran la selección, hecha por Karen Müller).

Oreste Plath recorrió el país de norte a sur para desarrollar sus proyectos de recopilación: "He sido un investigador viajero. Lo que soy yo me lo han dado el paisaje y el paisano", decía el investigador,
quien heredó de su padre la personalidad de patiperro.
"Tenía una energía tremenda. Poco antes de morir se fue de viaje a la Isla de Pascua", comenta su hija, quien recuerda haberlo acompañado en una visita.

El escritor nació en 1907 y murió en 1996.

Recopilaba información del mundo popular.
Hoy se cumplen 110 años del natalicio del investigador de nuestra cultura popular


Oreste Plath, el hombre que
amaba el disparate chileno.

 
Karen Müller, hija de Oreste, cuyo nombre real era
César Müller.

Se viene "Oreste en viaje"
Conozca Chile.

La misma editorial que publicó "Adivina buen adivinador" (Letra Capital Ediciones) prepara actualmente un libro que reúne las crónicas que Oreste Plath escribió para la revista "En viaje", medio de la Empresa de Ferrocarriles del Estado cuyo tema central
era la información turística. El volumen, que aparecerá a fines de año con el título "Oreste en viaje", consta de textos que describen los atractivos de Santiago y otras ciudades de Chile.





(Texto corresponde a lo escrito en LUN, en la foto, debajo de: "Una señorita muy aseñorada...")

... que hizo a Lota con el propósito de infiltrarse en tas vidas de los mineros del carbón: "Todo lo anotaba en papelitos.
Se instalaba a conversar, iba a las radios, a las casas, a los lugares donde se juntaban a tomar cerveza. A los mineros les preguntaba qué comían, cómo bajaban a la mina... los interrogaba detalladamente",
cuenta.
Lo primero que hizo Oreste Plath fue escribir poesía. "Sus poemas no me gustan, los encuentro siúticos. Pero, bueno, es cosa de criterios distintos. Si a todos nos gustara lo mismo, sería una lata",
reconoce Karen. Cuando era un treintañero, ese oficio fue desplazado definitivamente por su vocación de estudioso del folclor.
"Siempre lo he dicho: por sobre todo, soy un investigador y tengo que ceñirme a lo que veo, a lo que dicen. Yo soy una máquina fotográfica. A esa literalidad la llamo santidad de texto.
No hay literatura en esto. Jamás he sido un escritor estilista; yo trabajo con lo procaz, con el disparate, cosas que a usted pueden parecerle groseras, pero no lo son", decía el autor de "El Santiago que se fue" (publicado después de su muerte), que en sus textos abarcó hasta las innumerables expresiones populares que se usan, o usaban, para referirse a las deformidades físicas, a las enfermedades gástricas y al pene, como sucede en "Fraseología folclórica chilena en la
anatomía y patología del individuo", de 1950.

"Baraja de Chile", de 1946, fue su primera obra de recopilación, dedicada a juegos, cantos, pregones, danzas y costumbres etílicas, entre otras: "El chileno toma. iCómo toma!", escribe. "El licor fino,
ese que toman los futres o las mujeres, no le gusta al pueblo. Cuando más el trago corto, denominación que da al trago fuerte, lo acepta como bajamuelle, trago digestivo y para el dolor de estómago.
Un traguito fuerte no cae mal, al igual que un poco de aguardiente para el flato". Es el libro favorito de su hija: "Lo encuentro muy poético", afirma

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